diciembre 13, 2006

Despenalización sí, pero a media…: Sabines

Isaín Mandujano

Este miércoles 13 de diciembre el gobernador chiapaneco Juan Sabines Guerrero firmó la iniciativa para un nuevo Código Penal del Estado en el que, entre otras cuestiones, propone que las demandas por difamación y calumnia contra periodistas no procederán, pero seguirá vigente la sanción de cárcel hasta nueve años para quienes no se dediquen al ejercicio periodístico.

Esta visión parcial legislativa demostrada por Sabines Guerrero no responde a la demanda que se ha manifestado no solamente en Chiapas o en México sino en el ámbito internacional donde se ha establecido que debe erradicarse todo vestigio de las leyes que atente contra la libertad de expresión, uno de estos tipos penales son la difamación, la calumnia y en algunos caso la injuria.
La libertad de expresión es un derecho universal, por ende no es un derecho exclusivo para medios y periodistas. La tendencia internacional del derecho apunta hacia la eliminación de todos los obstáculos legales que siguen vigentes en los marcos jurídicos que rigen a una sociedad.
Lineamientos internacionales en materia de derechos humanos emitidos por la ONU y la OEA ha determinado que criminalizar las críticas y cuestionamientos a los hombres del poder público, económico y político, disfrazado de demandas penales como la difamación son situaciones que atentan contra la libertad de expresión.
No debemos agradecerle este gesto a Sabines Guerrero, porque es lo menos que debe hacer alguien que como diputado local aprobó esta iniciativa el martes 17 de febrero en el seno del Congreso del Estado de penalizar hasta con nueve años la difamación y la calumnia. El desagravio debería ser total y no parcial.
Esta ley es desde el punto de vista jurídico parcial porque protege a un sector de la sociedad como lo es el gremio periodístico y deja desprotegido a otros como los líderes de organizaciones sociales, campesinas, políticas, partidistas que ejercen la crítica al poder público como un derecho a expresar y escrutar públicamente a sus gobernantes.
Esta propuesta de reforma si bien puede pasar en el Congreso del Estado con la aprobación de los diputados locales, es frágil de origen, pues cualquiera que se inconforme con esta iniciativa a través de un recurso jurídico interpuesto ante los tribunales puede echarla abajo pues no se puede hacer leyes sectorizadas.
Sabines Guerrero y sus asesores evaden por completo la exigencia de organismos internacionales de derechos humanos de despenalizar por completo la difamación y la calumnia.
Podría llegar a pensarse que sin duda eso busca el gobernador, dar la apariencia que tiene la voluntad de despenalizar exclusivamente cuando del demandado se trate de un periodista pero a la primera que un tercero en discordia la eche abajo se lave la manos diciendo que hizo lo que estaba de su parte y no puede hacer más.
En el Distrito Federal la Asamblea Legislativa despenalizó la difamación y la calumnia y consagró la protección del derecho al honor por la vía civil; en el ámbito federal, en las próximas semanas o meses está por aprobarse en el Senado la despenalización del Código Penal Federal. ¿En Chiapas porqué no es posible eso?
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AGREGO COMENTARIO DE SUSANA SOLÍS A ESTA MI MODESTA OPINIÓN.





Bien dice nuestro compañero Isaín Mandujano, sin duda uno de los periodistas mejor informados e involucrados en el tema de la libertad de expresión.
Cito: “La libertad de expresión es un derecho universal, por ende no es un derecho exclusivo para medios y periodistas. La tendencia internacional del derecho apunta hacia la eliminación de todos los obstáculos legales que siguen vigentes en los marcos jurídicos que rigen a una sociedad.
Nadie duda de la voluntad política del Gobernador Juan Sabines Guerrero para hacer justicia en este tema.

El problema: demasiada influencia de voces del pasado que retuercen las leyes para hacer una norma a modo de complacencia, pero sin ajustarse a las recomendaciones en materia de derechos humanos que han emitido la ONU y la OEA.

Es decir, Chiapas con esa ley no se coloca a la vanguardia, no se hace justicia plena, no se ajusta a las normas internacionales, en suma, no se hace historia.
De tal forma, este recule quedo corto, insuficiente.

¿Pero de donde surgió tanto escozor del poder por lo que se dice en los medios chiapanecos?

La respuesta obliga a una reflexión profunda que tiene sus propias razones:

1.- Medios locales de comunicación tradicionalmente subordinados económicamente por el poder pero que al prescindir de ello, se convirtieron en denostadores implacables donde permeo más el ánimo vengativo que la crítica objetiva.

2.- El poder actuando de igual modo, encarcelando, reprimiendo, con el mismo ánimo.
“ No me importa lo que dicen, no los leo”, se aseguraba; pero ¿quién sabe? porque les dolía tanto lo que no leían que hasta a los parientes encarcelaron.

3.- Un marcado desprecio por la prensa local que se reflejó en la selectividad publicitaria de acuerdo al comportamiento informativo. (ups¡, ¿ha cambiado algo?)

4.- Una prensa vista como escoria, cuyo único fin es el chayote.

O como lo dijo un compañero “el chayote es la consecuencia del actuar de unos abusivos propietarios que prefieren que sus empleados “peinen” a pagarles un buen sueldo”.

5.- Unos compañeros –hay que reconocerlo- se pasaron con sus comentarios, obviando lo obvio: el artículo 6º. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde la libertad de expresión marca sus propios límites.

Si los gobernantes supieran leer, escuchar o ver en los medios de comunicación, comprenderían que estos son los mejores aliados para alcanzar la verdadera democracia.

Leyendo, escuchando o viendo se enterarían de la realidad para cambiar el rumbo, modificar estrategias, en suma, ver lo que dicen y lo que quiere el pueblo.

Los medios podrán fingir en base a sus intereses económicos lo que los gobernantes quieren leer, pero adentro, en alguna parte del cúmulo de hojas, encontrarán la verdad.

Los medios, aún comprados con publicidad, no serán jamás los subordinados que susurran alabanzas al oído.

No, ahí, entre líneas, siempre habrá alguien, alguna pluma, quizá a un lado de una esquela, que dirá la verdad.

Esa piel delgada de los gobernantes deben equipararla con el tímpano.

Para que aprendan a escuchar al pueblo cuyas inconformidades la expresarán en marchas, plantones, manifestaciones, o violentamente, pero que invariablemente, lo harán a través de los medios de comunicación.

Por eso, en los gobiernos democráticos del mundo, la libertad de expresión es de los derechos más importantes.

Quizá en Chiapas, se pueda hacer historia.

Quizá.

Susana Solis
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