octubre 07, 2019

Javier Darío Restrepo analiza la Ética Periodística en América Latina (*)



El periodista mexicano Isaín Mandujano coincidió durante un seminario de ética del Centro Internacional para Periodistas con el veterano colega colombiano Javier Darío Restrepo. De una charla con Restrepo surgió el siguiente artículo que analiza en detalle los obstáculos a los que se enfrenta la ética en nuestra profesión.

Washington, EE.UU., 27 de Septiembre, 2002 - Javier Darío Restrepo es, sin lugar a dudas, uno de los más notables exponentes de la ética periodística en América Latina. Sus más de 45 años de ejercicio en los medios impresos y electrónicos en su natal Colombia lo respaldan.

Cualquier foro, ciclo de conferencias, taller y encuentro que se realice en este continente, y en el que el tema de la ética periodística salga a relucir, no sería completo sin la presencia y discurso de Restrepo, o al menos la reseña de su lucha por elevar el nivel del periodismo latinoamericano en ese ámbito.

Entrevistado en el marco del Seminario Scripps Howard sobre Ética Periodística para Medios de América Latina, organizado por el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) Restrepo escudriña «los nuevos escenarios por los que se mueve la prensa».
Restrepo nos habla de cómo las crisis políticas, sociales y económicas ponen en la disyuntiva a medios y periodistas, de la crisis por la que atraviesa la credibilidad, de la necesidad del defensor del lector en los medios impresos y de la tendencia actual por hacer del lector un producto más de comercialización y el conflicto de los medios cuando empiezan a depender de los publicistas.
Ha recorrido la mayoría de los países de América, y tras su observación y experiencia recopilada en su contacto con los medios y periodistas percibe una «crisis de credibilidad» en la prensa pues, según él, está perdiendo distancia de los hechos y los protagonistas que son y hacen la noticia.

«Al tomar partido por intereses buenos o malos, la prensa esta perdiendo esa garantía llamada credibilidad. Dejó de observar los hechos con cierta distancia. Es una prensa que está mirando la historia desde el poder, en muchos casos, desde arriba. Los medios y periodistas están perdiendo la perspectiva, les hace falta mirar al mundo desde abajo», menciona el catedrático de las universidades colombianas Pontificia Javeriana y la de Los Andes.
El bien común ha pasado a segundo lugar y se están imponiendo otros intereses, agrega Restrepo, horas después de concluir el seminario Scripps Howard en Washington, junto con otros 11 periodistas.
Sobre todo, estas situaciones por las que atraviesa la prensa en América Latina se reflejan en ámbitos de conflicto, de crisis social, económico y político, como lo que ocurre en Colombia, Venezuela y Argentina actualmente.
«Cuando los medios toman partido, pierden una norma y una ventaja fundamental que es la de poner distancia entre los hechos y sus protagonistas y el propio periodista. Si el periodista toma partido tiene la distorsión de visión de quien ve desde un solo lado y el periodista tiene que ver desde todos los lados», indica Restrepo.
Pero todo esto dice que no es sólo una cuestión técnica sino que debe ser la respuesta que el periodista debe dar a la sociedad en situaciones de conflicto, «que es cuando más se necesita de los medios para saber que está pasando, y esa visión de conjunto no la da la prensa que se parcializa».
Además, analiza, desde el momento en que el periodista se parcializa pierde credibilidad, pues sus lectores, televidentes o radioescuchas tienen todo el derecho a pensar que a él solo le interesa el punto de vista de sus partidarios; por consiguiente, no tiene una visión completa. «Es eso lo que esta determinando la baja de credibilidad hacia los periodistas y los medios de comunicación».
Dice que en Estados Unidos eso está pasando «tan abiertamente», y que se ha venido acentuando después de los atentados del 11 de septiembre, pues «los medios condicionaron su información a esos intereses gubernamentales, tomaron partido porque ya no pudieron mantener la distancia».
Restrepo, quien participa en Fundación Medios para La Paz, un grupo de periodistas que procura reducir la beligerancia verbal del conflicto colombiano, reconoce que es difícil para un medio mantener esa distancia necesaria cuando se invoca a la palabra «patriotismo», porque entonces se cree que el medio tiene que manifestar su patriotismo y dejar a un lado la distancia y hacerse partidario de una campaña.

«Se pierde de vista que el gran servicio que un medio de comunicación le presta a una sociedad que está en crisis y problemas es acercarla a la visión real de los hechos», apunta el conferencista y columnista del El Colombiano de Medellín y de El Espectador de Bogotá.

Otro segundo factor que incide en la baja de credibilidad es también la crisis económica, pues cuando ésta acosa a los medios, éstos empiezan a vender su información y eso arrasa con la credibilidad y si bien no lo hacen abiertamente lo hacen por debajo de la mesa, al entablar acuerdos con grupos económicos, con personas influyentes, incluso con los mismos gobiernos.

«Pero esos acuerdos siempre los detectan los lectores y cuando un lector detecta eso primero siente que le faltan el respeto y luego siente que no le puede creer a un medio de comunicación que se está acudiendo a ese tipo de cosas. Esto está pasando mucho con los medios pequeños», dice Restrepo.

Además, sin en otros tiempos eran las dictaduras militares latinoamericanas las que cerraban diarios o censuraban información, ahora este agravio se la han adjudicado las crisis económicas. Son esas crisis económicas las que están determinando ahora la aparición de un factor muy importante que opera silenciosamente, el publicista.

Dice que la publicidad, como es sabido, contribuye para que aparezca un periódico, pero es esa publicidad, la misma que está imponiendo su reglas, y «una de las más sospechosas», para Restrepo, «es cuando la publicidad descubre que la mayor credibilidad la tienen las noticias y quiere que sus piezas publicitarias se parezcan a las noticias».

Explica Restrepo que con ello «se está dando ya la invasión hacia un terreno que se había considerado sagrado. Con la publicidad está comenzando a dejar de serlo, en parte por las urgencias económicas que tienen los medios y en parte porque el descubrimiento que han hecho los publicistas de que no logran convencer con todas las triquiñuelas publicitarias que hay que echar mano de la credibilidad que le queda a la noticia y por ello invade ese terreno. Lo grave no es que lo haga sino que lo dejen invadir los encargados de mantener las fronteras entre publicidad e información».

Cuando hay crisis económicas en los medios de comunicación «el publicista es el que aparece como el salvador. ¿Pero va a entregar el dinero a cambio de qué?», se pregunta.

Responde a esa pregunta con este argumento: «El producto que los medios ofrecen a esos publicistas son sus lectores y ahí es donde aparece la raíz de la deshumanización y del irrespeto sistemático hacia el lector en los medios de comunicación. Los medios y periodistas, generan material débil o que no responde a las necesidades de sus audiencias, y a cambios les dan simple diversión. Con esto ha ocurrido algo más grave y es que el medio de comunicación los ha vendido a cambio de publicidad».

Es decir, el publicista entrega los anuncios sólo cuando se convence de que el medio tiene circulación, y más si lo tiene entre personas con alto poder adquisitivo, y lo que le importa es que ese alto poder adquisitivo se vuelque para tener mayores consumos y con mayores consumos se mejora el negocio del publicista.

A eso están abocados en este momento los medios o se independizan de los publicistas, y entonces pueden gozar de una cierta libertad y sobre todo se recupera el respeto al lector o se ven doblegados a los publicistas bajo el cuento de que no tiene dinero y entonces lo que está en peligro es el lector que se convierte en un producto de venta.

Ante este contexto, Restrepo dice que para no depender del publicista el gran dilema que se plantea ahora en los medios es «hacer medios austeros», y ello implica que deben renunciar siempre a la aspiración de tener la tecnología de punta al servicio del medio de comunicación.

Restrepo indica que aunque opten por utilizar tecnologías modestas, pronto se darán cuenta que esa tecnología trae su contraprestación muy positiva, no se entra a depender financieramente del publicista y se adquiere una mayor credibilidad y se puede trabajar con mayor libertad.

En Estados Unidos y en cualquier parte del mundo, siempre que los medios pierden credibilidad es porque se han apartado de sus valores éticos. El valor ético es que, el periodismo o cualquier otra profesión, sea fiel a su propia naturaleza, que no la destrocen, que no la hieran.

Considera Restrepo que actualmente hay una realidad en la cual todo el mundo está interesado en conocer más lo relacionado con la ética periodística, y por ende no ha encontrado en ninguna parte rechazo contra el tema.
«Al contrario», dice, «existe un interés creciente, parece que se estuviera tomando conciencia sobre la necesidad de la ética hacia una dignificación de la profesión. Pero todavía en América Latina hay una cierta decepción por el hecho de que la profesión no se haya dignificado plenamente, más bien hay una idea general de que los periodistas no son un gremio respetable».

Ante esto quienes están tomando muy en serio la ética periodística son los medios grandes.

«Los medios pequeños, tal vez abrumados por los muchos problemas que tienen, sobre todo económicos, piensan que esto es un tema para el que no tienen tiempo suficiente, ya que muchos lo que piensan es en sobrevivir», dice.

La inquietud sobre el tema esta más viva en los medios de comunicación grandes ya que están requiriendo de defensores del lector, ellos mismo se encargan de conseguir su defensor del lector, de pagarlo y han encontrado además que su fuerza como empresa está muy ligada a la fuerza que tenga el valor ético dentro del ejercicio profesional. Esto para elevar también la técnica de su personal.

«De pronto hay algún medio grande que en su manual de estilo siempre incluye su código ético. La importancia que tiene el código es que es una orientación, una guía muy certera. Pero también asimismo existen muchos muy buenos, hay otros muy malos que se quedan en cuestiones muy transitorias que les restan tanto universalidad como permanencia a esos códigos», concluye Restrepo.

¿Que tan efectivo ha sido el papel del defensor del lector?, se le pregunta a quien ha sido realizado esa función su país en el diario El Tiempo y, lo es actualmente, de El Colombiano de Medellín.

«Esta ayudando mucho», responde. «Primero frente a los lectores, pues son ellos quienes han sido por siempre una parte muy subestimada por parte de los directores y redacciones de periódicos, estos últimos tienden a ser muy arrogantes y muy autoritarios. La muestra de esto es que puedes examinar la páginas de cartas al editor y de pronto le publican su carta a la persona pero no le responden, como si los medios y periodistas se trataran de unas deidades que están tan altas que no descienden al nivel de los mortales que les escriben cartas».

«La gente cuando ve que lo toman en serio con sus cartas, siente que ese es ‘su’ periódico», dice Restrepo. «Se siente representado por ese periódico, y esa es la mayor efectividad que tiene un defensor del lector que aumenta la credibilidad del periódico. Es un productor de credibilidad en las partes donde circula».

Entre otros reconocimientos, Restrepo posee el premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, que le fue otorgado en dos ocasiones (1985 y 1986) en su país, y el premio Editorial Planeta (1995) por uno de sus libros. En 1997, durante el I Congreso Latinoamericano de Periodismo, recibió el Premio Latinoamericano a la Etica Periodística otorgado por el Centro Latinoamericano de Periodismo (CELAP), auspiciado por la Universidad Internacional de la Florida.

Restrepo tiene también un consultorio ético en la página de Internet de la Fundación Para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, organismo que preside el ganador del Premio Nóbel de Literatura Gabriel García Márquez, donde aconseja a periodistas latinoamericanos sobre dilemas en los que se encuentran envueltos.

(*)http://www.libertad-prensa.org/Director.aspx?P=Articulo&A=140

(**) Isaín Mandujano participó en el Seminario Scripps Howard sobre Ética Periodística para Medios en América Latina organizado por el ICFJ. Su experiencia como reportero incluye su labor en la Agencia Proceso (APRO) y la Revista Proceso en Chiapas, México.
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